miércoles, 23 de marzo de 2011

Liam Gallagher se peleó con sus músicos en Madrid


Liam Gallahger, bastante despeinado, junto al grupo catalán Stay.

Stay, el grupo catalán que teloneó a Beady Eye en Madrid, relata cómo fue eso de compartir escenario y casi camerino con el mayor bocazas del rock. Por ‘Rolling Stone’



“Liam Gallagher es un tío majo, amable y cercano”, afirma rotundo Iván López, bajista de Stay, el grupo catalán que fue el encargado de telonear a Beady Eye en Madrid el pasado 18 de marzo. “Con nosotros fue majísimo. Eso sí, oímos cómo le echaba una buena bronca a sus músicos después del concierto, justo antes de hacerse esta foto con nosotros”, relata entre risas el bajista catalán.

Parece que sus músicos fueron los únicos que sufrieron una reprimenda aquella noche. El ex cantante de Oasis estaba tranquilo y relajado. Antes del concierto se encerró durante una hora en su camerino, solo, y se puso a cantar con la guitarra acústica. “Intentamos descifrar qué estaba cantando, pero no se escuchaba bien”, explica el músico catalán. “Cuando llegó nuestro turno y salimos a tocar, Liam se acercó a escucharnos. Cuando lo vi allí, en una esquina, ya no sabía si tocar de cara al público, o de cara a él”, relata emocionado el bajista de Stay.

La medidas de seguridad en el concierto de Beady Eye fueron extremas. No sólo en la sala y los accesos, también en la zona de camerinos. “Cuando acabó el concierto y bajaron del escenario nos quedamos para saludar a Liam, pero los nervios y la tensión que provocaban los gorilas era insoportable”, explica Iván López. “Nos dijeron que Liam se había ido ya , pero sabíamos que no era cierto, así que fuimos a la puerta de su camerino y justo apareció él. ‘Great band [Buena banda]’, nos dijo”, cuenta el miembro de Stay. “Después de firmar unos autógrafos y de hacerse, amablemente, la foto (que ilustra este artículo), el ex cantante de Oasis se fue”, remata el miembro del grupo catalán.

Será que a Liam Gallagher le gusta España, o que las dos botellas de vino que le esperaban en su camerino le pusieron de buen humor, pero esta vez su papel no fue el de músico gruñón. Salvo para su banda, claro.

Rolling Stone España

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