miércoles, 6 de mayo de 2009

Oasis con los pies en la luna



Hace tres años, la presencia de Oasis desató una locura en Chile. Mesurada, pero locura al fin y al cabo. Era su primera visita en muchos años; era el debut de una formación que toca mil veces mejor que en la llamada época dorada del grupo. Y eso era lo que íbamos a ver. Hicieran lo que hicieran, eso era. Eso tuvo un lado bueno – el nivel de conformismo fue mucho más alto, por lo que todos se fueron felices ante una performance un poco displicente – y uno malo – le gente estaba más contemplativa que participativa – que como resultado final significaron una noche inolvidable, mas no inigualable.

Ahora el asunto era distinto. Porque a una agrupación siempre polémica e impredecible en escena, se le podrán perdonar uno (1998), incluso dos (20o6) shows con piloto automático. Pero la tercera tenía que ser la vencida, y era hora que ofrecieran un show que pudiera aspirar a liderar rankings de fin de año, o alimente el “boca en boca” por algo más que un par de días. Esa es la primera y más inmediata conclusión que podemos sacar apenas terminada la hora con 45 que duró la actuación de los Gallagher y compañía en el Movistar Arena: este fue, por paliza, el mejor concierto que Oasis ha hecho en Chile. El que menos agitó las aguas, el que menos novedad prometía, y el que no incluyó a ‘Live Forever’ en su set. Pero el que por fin nos entregó al Oasis que nos merecíamos.

Fuera de Inglaterra, a Noel cuesta verlo emocionado. Esta no fue la excepción. Pero él se preocupa de tocar y de guiar, labores suficientes como para convertirlo en el jefe. Andy Bell parado con su bajo, es el poste sobre el cual todos en algún momento en la banda se afirman para descansar el tranco. El nuevo baterista, Chris Sharrock, toca realmente bien, con mucha fuerza, con un golpe bien profundo y preciso. De Gem, bueno, qué decir; se tuviésemos que sacar a los hermanos de la historia de Oasis, probablemente sería el más importante de los pasajeros en este viaje de más de 15 años. Y Liam, la estrella, ya no es un cantante, ni un compositor, ni un frontman. Ni siquiera un rockstar. Es Liam. Insustituible. Único.

¿‘Rock and Roll Star’ como apertura del show? Bueno, vayámonos todos para la casa. Liam y la canción que de seguro lo hace sentir más vivo, un misil, un mazazo. ‘Lyla’ y ‘The Shock of the Lightning’, pegaditas, para que nadie piensa que Oasis se quedó pegado en el pasado. Sonido imperfecto, una auténtica muralla de sonido, en que el bajo de Bell aparecía sólo ocasionalmente. El menor de los Gallagher ya no canta como antes. Pero eso lo compensa con un renovado entusiasmo. Saludos, dedicatorias gestuales al público, constantes agradecimientos. ‘Cigarettes & Alcohol’ fue una muestra de ello, con un sonriente Gem dirigiendo su mirada hacia un público que saltó, bailó y traspiró mucho más que la vez anterior. Demás está decir que ‘Cigarettes & Alcohol’ es un tema que ni cantado en ruso puede salir mal en vivo…

La pegada con ‘The Meaning of Soul’, y el rápido pasaje a ‘To Be Where There’s Life’ exigieron al bien cuidado motor rítmico de la banda. En ‘Waiting For the Rapture’ Noel tomó el timón, acompañado de un simple pero llamativo juego de luces, que hizo mucho más por el show que esos juegos de luces navideñas del 2006. La que debe haber sido la serie más hermosa de canciones pasó como una ráfaga, congelándome los huesos. ‘The Masterplan’, quizás lo mejor que los Gallagher grabaron alguna vez; ‘Songbird’, el primer momento puramente beatlesco de la velada; y ‘Slide Away’, la desgarrada y desgarradora balada de “Definitely Maybe”, que emocionó a más de alguno. Con Noel haciendo los últimos coros como si aún tuviera algo que demostrar, la ovación a este segmento fue cerrada e inevitable.

Con ‘(What’s the Story) Morning Glory’ volvió el rocanrol, vertiginoso y efectivo. ‘Ain’t Got Nothing’ la rompió, pese a que evidentemente no todos la reconocían, pero fue un grandísimo aporte. Y ‘The Importance of Being Idle’, con su particular estilo y soberbia melódica, calza más con este grupo de canciones nuevas que con la grandeza de “Don’t Believe the Truth”. ‘I’m Outta Time’ fue el punto bajo, el porrazo, en que no sonó como debiera, no generó mayor emoción, y especialmente, no pudo encontrar nunca el equilibrio armónico. Pero da lo mismo, con ‘Wonderwall’ se arregla cualquier conflicto. Perfecta e inmortal, esta joya está hecha para grandes públicos, y nos sirvió como recordatorio de que Oasis sí fue en algún minuto la banda más grande del mundo. Y la mejor. (Perdón, ¿cuántos grupos han vuelto a juntar a 250 mil personas en dos días?).

Todos nos sentíamos supersónicos, así es que el cierre, tras una hora y cuarto, a cargo de ‘Supersonic’, calzó como anillo al dedo. Una de esas canciones que no cansa, gracias a su simpleza y su frontalidad. Mucho habían ofrecido en tan poco rato, pero una dosis importante de emoción les quedaba por entregar. Liam no volvió. Él no participaría de los que seguramente serán los minutos más recordados en el futuro próximo: la interpretación semi-acústica de ‘Don’t Look Back in Anger’, para hacer latir absolutamente a todos lo corazones. Sin palabras. La sangre caliente reventó, sin necesidad de estridencia ni infinitos acoples. Precioso.

Con dos Beatles ya fallecidos, ‘Falling Down’ es lo más parecido a ‘Tomorrow Never Knows’ sobre algún escenario del globo. Colosal, con Noel dando todo de su garganta, y con guitarras a tope, agregándole mucha más musculatura a una composición que ya en su versión de estudio es genial. Por último, dos manjares. ‘Champagne Supernova’, que sigo escuchándola en vivo y cada vez me gusta menos su aporte en “Morning Glory”. En directo es otra cosa, menos pretenciosa, y llena de fuerza (y sí, era verdad, Liam tomó una bandera chilena y la alzó… quizás lo más bizarro visto por estas tierras en años). Bravo. Y ‘I Am the Walrus’, el tercer y más obvio momento beatlesco de la noche, que fue un final de fiesta a toda orquesta, literalmente. Ahora sí, todos fuera del escenario, esto ha sido todo.

¿Y ‘Live Forever’? No, no la tocaron. La misma canción que Noel ha parado de igual a igual ante cualquier de The Beatles. La misma que listado a listado, aparece rankeada siempre entre los mejores temas de la historia del rock británico. La misma que le dio su primera vida a Oasis. La misma que penó para hacer de esta una noche, ahora sí, insuperable. La sicodelia de “Dig Out Your Soul” pasó por Chile. Pero formateada, pasada por guitarras mucho más directas y con una performance mucho más comprometida por parte de los protagonistas de esta historia. Pies en la tierra, alma en la luna, y rock en las calles. En un año difícil de igualar, Oasis puso lo que tenía que poner para no pasar desapercibido. Y sacar aplausos. Merecidos aplausos.

Juan Ignacio Cornejo K.
Rockaxis.com

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