martes, 7 de julio de 2009

“West Ryder Pauper Lunatic Asylum” - Kasabian



El cuarteto inglés bebe un nuevo trago del sonido madchester, lo mezcla con buenas canciones y logra el mejor disco de su trilogía. Cuando el revival del sonido madchester estaba amenazando con inscribir una nueva fase en la carrera por la nostalgia, Kasabian se anotaba presentando su álbum debut homónimo como única credencial. Así, los de Leicester se obnubilaban por el mismo kaleidoscopio que, en el ocaso de los ochenta, había hipnotizado a grupos de la estirpe de Happy Mondays, Stone Roses e Inspiral Carpets.

Incluso, los Kasabian tenían un accionar mucho más inteligente. La mera recreación era una caridad en exceso aburrida para ellos. Fue entonces cuando le agregaron el brío y la petulancia de sus patrocinadores, Oasis, consiguiendo un resultado potencialmente adictivo al oído. Ya para el segundo disco, Empire (2006), el cuarteto patinó feo al dar la espalda a esos monstruos sagrados en pos de edificar su propia fortaleza.

En definitiva, Kasabian saltaba de las carillas melómanas de Mojo o New Musical Express a las páginas fashion de revistas como Vogue o W, terminando siendo una parodia del “grupito inglés con onda”. Demasiado poco premio para un proyecto que había institucionalizado a uno de los períodos más apasionantes e influyentes dentro de la historia del rock brotado sobre el suelo del Reino Unido.

A diez años de su creación y con la lección bien aprendida, Kasabian festeja con la edición de West Ryder Pauper Lunatic Asylum, su placa en estudio número tres y, hasta el momento, su obra definitiva. En el año que los hermanos Gallagher amagan con colgar los guantes, Tom Meighan, Sergio Pizzorno, Chris Edwards e Ian Matthews le meten las manos en sus bolsillos y se llevan el botín.

West Ryder… es un material intempestivo, histérico y sumamente seductor. Aquí, la fórmula de la psicodelia (si la entendemos como elemento de búsqueda y no de estilo) se respeta a rajatabla. Sin rifar un apéndice de esa personalidad que ya aflora, la banda le vuelve a prender una vela a los símbolos de Manchester con temas como “Underdog” (imagínense a Ian Brown usurpándole el micrófono a Shaun Ryder) y “Fire”, donde planean sobre una meseta similar a la de los Roses en “Waterfall” o “I wanna be adored”.

Entonces, "West ryder silver bullet" vale para que Kasabian se interne en la India con pociones psicodélicas y un letargo melódico que borronea todo a su paso. Desde otro ángulo, la melancólica “Happiness” baja el telón sobre un coro de ángeles en clave gospel y minutos después de que, en la conmovedora “Ladies & Gentleman, roll the dice”, Meighan entone eso de “Señoras y señores, esta noche tiro los dados”. Posiblemente no saquen la Generala pero, seguro, servirán una Escalera.

Gustavo Bove
10música

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