viernes, 24 de junio de 2011
Viva Glasvegas
Nacho Ruiz | Madrid
Esto era un hombre que siempre iba de negro hasta que un día decidió ir de blanco, como si fuera el negativo fotográfico de su personalidad anterior. Ese hombre es James Allan, cantante, líder y compositor principal de Glasvegas. "No nos dijo nada –explica Rab Allan (en la foto, a la izquierda), el guitarrista solista y primo carnal de James–. Un día quedamos por la mañana y apareció vestido entero de blanco nuclear. No le preguntamos por el cambio de ropa, pero creo que él sentía que tenía sentido mutar de color con el nuevo álbum".
El disco del que habla es Euphoric///Heartbreak (2011), el segundo disco de Glasvegas, un cuarteto de Glasgow que protagonizó una de las historias de éxito más llamativas de la música británica de finales de la década pasada. Siempre en la linde que separa lo sublime de lo ridículo, las canciones de su álbum de debut homónimo bebían del pop distorsionado de The Jesus & Mary Chain y lo dotaban de una actitud épica que les emparentaban con Echo & The Bunnymen y la época This Is My Truth Tell Me Yours de Manic Street Preachers. "Es curioso, porque hay mucha gente que menciona a ese grupo –continúa Rab–. Aunque no considero que nos parezcamos especialmente en cuanto a sonido, sí creo que ambas bandas tenemos una relación parecida con nuestros fans".
Es cierto que Glasvegas, más allá del éxito comercial del que ha gozado, ha logrado convertirse en uno de esos combos que reciben el apoyo de su público casi como si de un equipo de fútbol se tratara. "Es cierto y lleva pasando desde el principio. Creo que la razón es que siempre les hemos hablado a través de nuestras letras de tú a tú. Nuestras canciones hablan de problemas y situaciones universales y es fácil que la gente se identifique con ellas", explica Rab. Desde luego, los temas que tocan esas canciones no son los típicos de la banda indie joven de turno: el abandono familiar a cargo de un padre ('Daddy’s Gone'), asesinatos ('Stabbed, Flowers & Football Tops'), violencia juvenil ('Go Square Go') y la vida cotidiana de un trabajador social ('Geraldine').
Por cierto, James fue jugador profesional en la liga escocesa de fútbol antes de ponerse tupé y ser una especie de fotocopia de Joe Strummer (The Clash). La banda empezó siendo un grupo tributo a Oasis, tal y como reconoció el propio James, que cita la vez que tocaron 'Daddy’s Gone' en acústico a Alan McGee (dueño de 'Creation Records' y descubridor de la banda de los hermanos Gallagher) como el momento en el que cambió todo. "Alan se puso a llorar y supimos que teníamos que tocar nuestras canciones más despacio".
Problemas a la vista
En un giro del destino casi arquetípico del rock, mientras aparentemente las cosas parecían ir fenomenal desde la publicación de su debut (buenísimas cifras de ventas, giras constantes por Reino Unido, Europa y hasta cierta repercusión en Estados Unidos), dentro de la banda el cuento de hadas no era tal. De hecho, el propio James ha descrito el proceso de grabación del segundo álbum como "complicado". ¿Qué pasó? En primer lugar, Caroline McKay, la batería que "nunca había tocado un tambor" antes de entrar en Glasvegas, desapareció del mapa súbitamente y fue reemplazada en diciembre de 2010 por la sueca Jonna Lögfren. Rab da su punto de vista al respecto: "No quiero hablar mucho de Caroline, pues ya no forma parte del grupo y no tiene mucho sentido. La realidad es que somos mil veces mejor grupo con Jonna. La primera vez que tocó con nosotros fue una sensación maravillosa. Es una intérprete de verdad, posee una intuición musical alucinante, se aprendió todas nuestras canciones a toda velocidad y es un placer que esté en la banda". Que sea mujer, como Caroline, lo achaca a la "casualidad", aunque reconoce que le gusta la "sensibilidad femenina" en la batería.
Los problemas siguieron apareciendo, con historias en la prensa y rumores sobre desapariciones misteriosas de James, el cantante. Una vez más, Rab sale al rescate. "Se han contado muchas cosas sobre nosotros. Te puedo asegurar que muchas de ellas no son ciertas. Hombre, es verdad que no hemos pasado una época precisamente calmada. Los viajes han sido constantes y hay momentos en los que es imposible no querer desconectar. Algunas de esas supuestas desapariciones no eran más que aviones que se pierden, móviles que se quedan sin batería y situaciones absurdas parecidas".
Redención en L.A.
Aun así, la pasión de Glasvegas por viajar no menguó y Los Ángeles fue el lugar elegido para grabar las canciones del segundo disco. "Fue una idea de James, que alquiló una casa allí", matiza Rab. A priori, es difícil imaginar un lugar en el que los escoceses peguen menos. "Entiendo que la gente lo piense así, pero luego todos los estudios acaban pareciéndose". Al final, muchas de las canciones se terminaron en Londres de la mano de Flood (productor de U2 y Depeche Mode). Precisamente, el grupo de Dave Gahan es quizá la influencia fundamental de Euphoric///Heartreak (las barras las explica James como "el ascenso, la cresta de la ola y la caída"), un trabajo más frío y con mayor uso de los sintetizadores que su predecesor. "Depeche Mode es un grupo que estuvimos escuchando mucho durante la grabación del disco. Bueno, no exactamente durante la grabación, pero sí mientras James escribía las canciones. Fue un placer trabajar con Flood y consiguió que el sonido mejorara sustancialmente". Esa opinión no ha sido compartida por la crítica especializada, que ha acogido el trabajo con cierto recelo. El disco –por el momento– ha vendido menos, pero eso tampoco significa nada: casi todo el mundo despacha menos copias.
Una de las canciones del elepé es 'Change', en la que participa la madre de James (y tía de Rab) haciendo una pequeña sección de spoken word. "No es lo más habitual del mundo que tu madre colabore en tu disco –comenta Rab con una sonrisa–, pero fue una sugerencia genial de James y quedó fenomenal, que es lo importante". Este fin de semana se podrá comprobar el estado de salud en directo de una banda apasionante y contradictoria que se encuentra en un momento decisivo de su carrera. ¿Flor de un día o banda de largo recorrido? Está por ver.
ElMundo.es
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