domingo, 5 de abril de 2009

"The dreams we have as children" - Review El País



La merecida entrada de Noel Gallagher al sitio de los grandes

"The dreams we have as children". Canciones incombustibles a guitarra y voz



SEBASTIÁN AUYANET

Uno de los mejores compositores en la historia del britpop de los noventa entrega un disco que los fans de Oasis esperan hace años. En vivo, electroacústico y a beneficio, el Gallagher con talento canta en soledad sus canciones.

La historia de las bandas de britpop -en sintonía con la del rock británico- está contada en buena parte por parejas formadas casi siempre por un líder y una especie de alter ego. Entre ellos comparten mucho y se reparten las habilidades: para uno el carisma, para otro el talento; uno con el sex appeal, otro que hace el vínculo con el resto del grupo. Uno que no le habla a los fans, otro que les agradece; uno que no da notas, y así.

De todos esos vínculos -Morrissey y Johnny Marr en The Smiths, Damon Albarn y Graham Coxon en Blur, Brett Anderson y Bernard Butler en Suede, por nombrar algunos de los británicos-, la más magnética, funcional y a la vez distante es la que une a Liam y Noel Gallagher.

Por más que Noel diga que sin Liam no hay Oasis (y ciertamente es difícil que Noel deje algún día a su grupo), el mancuniano venía mencionando desde hace un buen tiempo las ganas de hacer algo por fuera de Oasis.

Para él, la sombra de Liam, su arrogancia y falta de esfuerzo, también han de ser un peso. Cuando se escucha (It`s good) to be free, la primera canción de esta grabación en el Royal Albert Hall, no se necesita aclararlo.

The dreams we have as children, el título del disco, es otra pista porque Noel (junto a Albarn y Jarvis Cocker de la banda Pulp uno de los nombres clave del rock de los `90) siempre quiso llevar esa imagen guarra de los suburbios de Manchester al panteón de los Grandes Compositores. Y se lo merece, por regularidad y por aquél (What`s the story) morning glory?, el disco que en 1995 catapultó al britpop al resto del mundo.

Tocar con su guitarra en el Albert Hall, un sitio reservado, por ejemplo, para la serie de conciertos anuales de Eric Clapton o para los que el ex Pink Floyd David Gilmour registra en DVD.

Apenas con Gem Archer (segunda guitarra de Oasis) como ladero y algunos violines, Noel ejecutó muchos de esos temas. Eso salió hace unas semanas por el diario The Sunday Times a beneficio del Teenage Cancer Trust.

Para los fans de Oasis, The dreams... es un disco esperado por mucho tiempo. Hay quienes prefieren las canciones de Oasis en las que suena la voz de Noel, mucho más personal y ajustada que los alaridos de Liam.

Noel es un gran creador de melodías "campamenteras" que suenan ideales en una acústica y, como diría Mandrake Wolf: "nada de cosas raras". Fade away, Don`t look back in anger, el cover de los Beatles con Paul Weller (All you need is love) o la emotiva apropiación de There is a light that never goes out, de los Smiths, están entre lo mejor del disco.

Por sus modos y su permanencia en la "zona de confort" cuando hace música ("me estuve construyendo esa zona durante 18 años, no la voy a abandonar ahora", dijo una vez), Noel aún despierta rechazo. Pero él es uno de los últimos compositores que creó canciones que hoy son un estándar, y que atraviesan puntos opuestos de una generación como los chicos cool, los mendigos y los hooligans. ¿O cuántos temas hay como Wonderwall, una canción que se oye linda hasta con la voz más espantosa?

En los últimos 20 años muy pocos lograron eso. Y este disco para disfrutar -y hasta para animarse a aprender guitarra básica- no hace más que ratificar su genio y su pulso para crear esas canciones que, por más que se pierdan en los años y en los discos prestados, uno siempre termina encontrándose de nuevo.

El País - Uruguay

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